26. La rebeldía

Desde hace ya varias décadas, diversas organizaciones sociales y ambientales de todo el mundo denuncian la destrucción de las condiciones ecológicas que sostienen la vida, en nombre de un crecimiento económico que nos quiere imponer la muerte. Desde la sensibilidad del contacto con la tierra, las propuestas de los pueblos son claras, contundentes y efectivas: luchas por dejar las energías fósiles enterradas en el subsuelo, enfoques culturales regenerativos que se oponen al extractivismo, agriculturas campesinas para enfriar el planeta, perspectivas donde la energía se entiende como un bien común al servicio de la construcción de proyectos de vida…[64]

Rebelarse contra la destrucción ha sido una constante, pero ahora, ante la urgencia de actuar, debe ser una opción masiva. Oponerse al fracking, a la minería industrial, a las grandes hidroeléctricas, a la deforestación, a la ampliación de la frontera agrícola… es luchar por los bienes comunes, por la vida colectiva. Así mismo, debemos sostener estas disputas contra las causas reales de la devastación, que contrastan con los espacios políticos globales de discusión sobre el clima, tomados por los intereses económicos de los mismos causantes del daño. Rebelarnos o extinguirnos.